Para conseguir una agricultura respetuosa con la naturaleza y garantizar la seguridad alimentaria junto con la conservación de la biodiversidad, debemos analizar de cerca cómo las comunidades pueden vivir de manera sostenible junto a la vida silvestre. Esto es particularmente importante para los 500 millones de pequeños agricultores de todo el mundo que dependen en gran medida o totalmente de la agricultura a pequeña escala para su subsistencia económica. Sin embargo, un gran número de especies están involucradas en este tipo de conflictos entre humanos y vida silvestre, incluidas muchas de las grandes e icónicas, como elefantes, grandes felinos, osos y tiburones, que requieren grandes áreas y, a menudo, no pueden sobrevivir si no dentro de áreas protegidas. Se necesita un mayor enfoque en desarrollar formas de coexistir con estas y muchas otras especies fuera de las áreas protegidas, una parte fundamental de las visiones para un Objetivo 30x30 para las áreas de conservación.

Este desafío se ve aún más amplificado por el cambio climático y es probable que afecte los conflictos entre humanos y vida silvestre de al menos tres maneras: cambios en los patrones de distribución de las especies, cambios en el uso de la tierra por parte de los humanos e imprevisibilidad de los eventos climáticos.

En primer lugar, las áreas de distribución de las especies están cambiando a medida que la vida silvestre se ve obligada a adaptarse a los cambios en su entorno. Por ejemplo, a medida que los hielos polares se reducen debido al calentamiento de las temperaturas del océano, los osos polares se ven obligados a expandir su búsqueda de presas y aventurarse más cerca de los asentamientos humanos, lo que a menudo resulta en enfrentamientos con las comunidades subárticas. Mientras tanto, en Chile, los guanacos se han estado desplazando de su hábitat montañoso hacia altitudes más bajas en busca de mejores condiciones de pastoreo, donde se encuentran compitiendo con el ganado y generando demandas para sacrificar guanacos. En entornos marinos, los tiburones y otros depredadores también podrían cambiar sus áreas de distribución con el aumento de la temperatura del mar, lo que podría crear nuevos focos de conflicto con pescadores y nadadores.

En segundo lugar, el uso de la tierra y los sistemas de producción de alimentos están cambiando a medida que las personas se adaptan a los cambios climáticos en sus entornos. Las sequías y las inundaciones están presionando a los agricultores, en muchas partes del mundo, para que pasen de la agricultura a la ganadería. Sin embargo, esto trae consigo una serie de nuevos desafíos, ya que la cría de ganado en cualquier lugar cerca de carnívoros u otros depredadores aumenta inevitablemente el riesgo de depredación y, a su vez, las represalias, lo que exacerba las presiones ya considerables sobre los agricultores locales, como se ha vuelto cada vez más el caso con osos andinos y pumas en Bolivia.

En tercer lugar, con el aumento de la imprevisibilidad de los impactos climáticos, podrían surgir patrones inusuales en los comportamientos o la dinámica poblacional de las especies. En la isla de Mauricio, en el océano Índico, una ausencia inusual de ciclones en la región ha permitido que las poblaciones del murciélago frugívoro de Mauricio, endémico y en peligro de extinción, aumenten sus efectivos, lo que ha provocado un aumento de incursiones en cultivos de huertos frutales y una escalada de conflictos alrededor del destino de los murciélagos. En Kenia, unas lluvias intensas provocaron que el lago Naivasha creciera a su tamaño más grande en casi un siglo, inundando los campos y llevando a los hipopótamos demasiado cerca de las aldeas y los agricultores, resultando en peligrosos encuentros. Mientras tanto, los agricultores de Sikkim se encuentran en un punto crítico para intentar coexistir con las visitas cada vez más frecuentes de jabalíes y otras especies, que parecen verse presionadas hacia las zonas agrícolas en busca de alimento.

La mitigación de conflictos entre humanos y vida silvestre ha sido un campo de gestión de crisis hasta la actualidad, y aún se está aprendiendo mucho sobre los procesos y enfoques para resolver estos problemas. Sin embargo, prevenir los conflictos emergentes antes de que se intensifiquen es igualmente importante, y los efectos exacerbantes del cambio climático ponen esto aun más en evidencia.

Cuando las poblaciones de vida silvestre se recuperan y las especies aumentan sus efectivos y amplían sus áreas de distribución, a menudo se producen conflictos entre humanos y vida silvestre. El número de tigres en el Parque Nacional de Chitwan, en Nepal, se ha más que duplicado: un maravilloso éxito de conservación a los ojos de algunos, y un desastre para otros, comunidades locales que arriesgan sus vidas al depender de los productos forestales no maderables de áreas adyacentes. De manera similar, la pequeña población de elefantes de China ha estado creciendo y expandiendo su área de distribución en los últimos años, moviéndose por áreas pobladas y encontrándose cada vez más con personas y sus muy tentadores campos de cultivo. Por lo tanto, los costos sociales locales cotidianos de conservación de la biodiversidad pueden superar sus beneficios a largo plazo, lo que hace que tolerar la vida silvestre potencialmente peligrosa sea una tarea difícil para muchas personas.

¿Qué debe suceder para que las comunidades puedan coexistir con la vida silvestre? Necesitamos incluir la resolución de conflictos entorno a la biodiversidad en la adaptación al cambio climático. Necesitamos invertir en habilidades para la resolución de conflictos y mejorar en la anticipación proactiva y la prevención de la escalada de estos conflictos. A medida que el cambio climático ponga mayor presión sobre las comunidades y los agricultores, aumentando las tensiones sociales subyacentes en torno a las desigualdades y la pobreza, los repetidos impactos negativos de vivir cerca de áreas protegidas o de la vida silvestre socavan la voluntad de apoyar los esfuerzos de conservación. Reducir los costos de vivir cerca de la vida silvestre es por lo tanto esencial.

Podemos aplicar muchos de los principios de la adaptación climática a la gestión de conflictos con la vida silvestre. Como se describe en la Declaración de posición de la CSE-UICN sobre los conflictos entre seres humanos y vida silvestre, estas situaciones deben gestionarse mediante procesos bien informados, holísticos y colaborativos, que tengan en cuenta los contextos sociales, culturales y económicos subyacentes, como se indica también en la Resolución del Congreso Mundial de la Naturaleza de la UICN para abordar los conflictos entre humanos y vida silvestre (WCC 2020 Res 101).

Los conflictos entorno a la biodiversidad representan no sólo un desafío, sino también una oportunidad para que comunidades, gobiernos y organizaciones contribuyan a la Visión 2050 del CDB de “Vivir en armonía con la naturaleza” y su Marco Mundial para la Biodiversidad post-2020 que prevé un mundo en el que los conflictos ambientales son considerablemente reducidos.

Para recursos adicionales sobre cómo gestionar los conflictos entre humanos y vida silvestre y lograr la coexistencia, visite la biblioteca en línea del Grupo de Trabajo de la CSE-UICN sobre Conflictos entre Humanos y Vida Silvestre en www.hwctf.org


Sobre los autores


Dr Alexandra Zimmermann​​​​​

 

Alexandra Zimmermann es Presidenta del Grupo de Trabajo de la UICN-CSE sobre Conflictos entre Humanos y Vida Silvestre. Es especialista en conflictos de conservación y conflictos entre humanos y vida silvestre, con más de 20 años de experiencia liderando iniciativas de resolución de conflictos sobre biodiversidad en todo el mundo. Después de trabajar con cientos de profesionales, investigadores, estudiantes, legisladores y miembros de comunidades en una amplia diversidad de situaciones de conflicto, aporta perspectivas y conocimientos globales a este creciente desafío de conservación. Alexandra también es Investigadora Principal en la Unidad de Investigación sobre Conservación de Vida Silvestre de la Universidad de Oxford, y Asesora Principal del Programa Mundial de Vida Silvestre del Banco Mundial, y anteriormente fue Jefa de Ciencias de la Conservación en el Zoológico de Chester, Reino Unido. Es una científica interdisciplinaria, formada en las universidades de Leeds, Kent, Oxford y Harvard, con títulos en zoología y ciencias de la conservación, antes de especializarse en investigación social, estrategias sin fines de lucro, negociación de conflictos y resolución de conflictos multilaterales.

 


Dr James Stevens

 

James Stevens es Responsable de Programa del Grupo de Trabajo de la CSE-UICN sobre Conflictos entre Humanos y Vida Silvestre. Siempre le han interesado las interacciones entre las personas y la vida silvestre, y en particular, desarrollar un interés en comprender los patrones de impactos, pero también lo que influye en las actitudes hacia la vida silvestre, y aplicar este conocimiento para reducir las interacciones negativas. Ha trabajado en una variedad de proyectos, desde la investigación del acceso humano al hábitat del oso grizzli hasta la evaluación de los impactos de las perturbaciones y los hábitats humanos en grandes vertebrados de la Amazonía brasileña. Completó su doctorado en la Universidad de Bristol en 2018, investigando el conflicto entre humanos y elefantes en la región de Makgadikgadi de Botswana, y tiene una Maestría en Ecología Aplicada y Conservación de la Universidad de East Anglia y una licenciatura en Ciencias Biológicas de la Universidad de Birmingham.

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