Sin embargo, el cambio climático está afectando de manera alarmante el delicado equilibrio entre agua y montañas: los patrones de lluvias están variando y en los últimos 50 años los glaciares de esta zona tropical de los Andes se han reducido casi a la mitad. La situación se ve agravada por otros fenómenos no solo ambientales sino también económicos y sociales en la zona rural andina: el bajo nivel de inversión y prioridad estatal en la agricultura y ganadería familiar, los altos índices de pobreza, los impactos de las industrias extractivas, entre otros. Las familias campesinas que manejan los ecosistemas de alta montaña muchas veces deben sobreexplotar sus recursos para sobrevivir. Así, la capacidad de regulación hídrica de la zona altoandina, el sustento de cientos de miles de familias campesinas y la seguridad hídrica y alimentaria de millones de personas se ve seriamente amenazada por el retroceso glaciar y el deterioro de los ecosistemas de montaña.
No obstante, en este escenario tan preocupante también hay razones de esperanza, algunas de ellas basadas en la misma naturaleza y con raíces en el pasado. A lo largo de miles de años, las poblaciones altoandinas desarrollaron complejos sistemas de saberes y tecnologías para adaptarse a este territorio de topografía y clima tan exigentes. Procesos históricos de larga data y otros más recientes como el cambio climático y la migración hicieron que muchas de esas tecnologías fueran abandonadas o estén siendo subutilizadas, pero hay en marcha iniciativas para recuperarlas, adaptándolas a las condiciones presentes a fin de mejorar la capacidad de respuesta de la población frente a los impactos del clima y otros desafíos actuales.
Una de estas iniciativas es impulsada desde el año 2013 por el Instituto de Montaña y la UICN junto al Servicio Nacional del Áreas Naturales Protegidas y comunidades campesinas de la Reserva Paisajística Nor Yauyos Cochas, en los Andes centrales del Perú. El proyecto, financiado por el Ministerio de Ambiente de Alemania, pone en práctica el concepto de Adaptación basada en Ecosistemas (AbE), que se enfoca en el uso de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos para reducir la vulnerabilidad de las poblaciones y los mismos ecosistemas.
Las medidas de AbE implementadas por el Instituto de Montaña, las comunidades locales y socios tienen un diseño integral e innovador con el objetivo de (i) mejorar la distribución y regulación del agua a través de la rehabilitación de tecnologías ancestrales y contemporáneas, (ii) mejorar el manejo de pastizales y ganado, y (iii) fortalecer las capacidades de manejo de recursos naturales y de organización campesina a través de procesos participativos basados en el diálogo entre los saberes locales y el conocimiento científico.
Por ejemplo, en la comunidad campesina de Miraflores se rehabilitó un sistema de almacenamiento y distribución de agua de la época pre-Inca de unos 700 años de antigüedad. Adaptar esa antigua tecnología al contexto actual permitió reorganizar el sistema de pastoreo del ganado en más de 6000 hectáreas de pastizales que estaban en condición muy pobre y hoy están en proceso de recuperación. Estos cambios han permitido mejorar la economía de las familias de la comunidad, reducir su riesgo frente a los impactos del clima y mejorar la capacidad de regulación hídrica del ecosistema, para beneficio de la misma comunidad y también de las zonas bajas.
Procesos similares se están implementando en otras comunidades de Nor Yauyos-Cochas, siempre sobre la base de afianzar el liderazgo de la población local, sus saberes y el extraordinario patrimonio cultural que les ha permitido prosperar a lo largo de miles de años y que hoy sirve de inspiración para encontrar soluciones a los desafíos que enfrentamos como humanidad.
Sobre el autor
Florencia Zapata es antropóloga y naturalista, especializada en manejo sostenible de ecosistemas de montaña, adaptación al cambio climático y metodologías de investigación participativa. Tiene más de 20 años de experiencia trabajando en proyectos de conservación del medio ambiente y afirmación cultural en los Andes.
El Instituto de Montaña es una organización sin fines de lucro que desde el año 1995 está dedicada a apoyar a las mujeres y hombres de las comunidades de montaña para que prosperen en ambientes sanos por medio del desarrollo de economías sostenibles, la conservación de sus ecosistemas y la investigación e innovación, sobre la base de su propia cultura.