RECONOCIENDO que las siete especies de grandes simios, nuestros parientes más cercanos, autóctonos de 21 países de África y dos países de Asia Sudoriental, están clasificadas como En Peligro o En Peligro Crítico en la Lista Roja de la UICN de Especies Amenazadas, que todas ellas figuran en el Apéndice I de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), y que los gorilas y chimpancés figuran en el Apéndice I de la Convención sobre las Especies Migratorias (CEM);

RECONOCIENDO su valor intrínseco y su papel como especies emblemáticas, paraguas y clave para la conservación de la biodiversidad;

PREOCUPADO por la disminución de las poblaciones de grandes simios en un 70% desde 1980 y por las numerosas amenazas, que varían en cada país en su carácter, extensión y magnitud, pero todas ellas causadas por la pérdida y fragmentación del hábitat debido a la agricultura industrial, la minería, la explotación forestal y grandes proyectos de infraestructura, los conflictos entre los seres humanos y las especies silvestres, la caza furtiva de animales silvestres por su carne, el comercio ilícito de animales vivos y las enfermedades;

RECONOCIENDO que los grandes simios salvajes que viven en sus hábitats naturales pueden aportar beneficios significativos a las economías nacionales de los Estados del área de distribución, así como a los pueblos indígenas y las comunidades locales, y que su hábitat principal –el bosque tropical– es uno de los reservorios más importantes de biodiversidad y desempeña un papel clave en la mitigación del cambio climático mundial;

RECONOCIENDO ADEMÁS el papel del Grupo de Especialistas de la Comisión de Supervivencia de Especies (CSE) en primates y la existencia de la Alianza de las Naciones Unidas para la Supervivencia de los Grandes Simios (GRASP);

CONSIDERANDO que la Meta de Aichi 12 para la Diversidad Biológica del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) es evitar para 2020 la extinción de especies en peligro identificadas y mejorar y mantener su estado de conservación, en particular de aquellas cuyas poblaciones experimentan las mayores disminuciones;

RECORDANDO que en la Declaración de Nueva York sobre los Bosques (2014) y las declaraciones de Ámsterdam sobre la deforestación y el aceite de palma (2015) los Estados y las empresas privadas se comprometieron a apoyar, para 2020, una cadena de producción plenamente sostenible poniendo fin a la deforestación ilícita y a la pérdida de bosques asociada con la producción agrícola, como la de aceite de palma y papel; y

RECONOCIENDO que, a excepción del gorila de montaña (Gorilla beringei ssp. beringei), los esfuerzos de conservación de los grandes simios no han logrado impedir que continúe su declive, y que, como tales, aún no se han cumplido los compromisos para 2020;